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lunes, 31 de diciembre de 2007

La economía de la solidaridad

La economía de la solidaridad es el actual enfoque que los intelectuales de izquierda le están otorgando al ciclo económico de las sociedades. Sus defensores manifiestan que el desarrollo como tal (visión “neoliberal”) ha generado muchas inequidades sociales por lo cual ellos proponen una vía alternativa que sea sustentable e integral. Este desarrollo alternativo requiere que la solidaridad sea implantando en cada uno de las etapas del proceso productivo y no al final del mismo. Esta nueva racionalidad económica la basan en una falsa concepción de la solidaridad, pues se pretende ser solidario con políticas totalmente coactivas. De tal modo, que al producir, consumir y distribuir un mismo bien debe aplicársele la solidaridad para que una sociedad sea más justa.
¿Qué es la solidaridad? Es un valor moral, es un sentimiento que impulsa a los hombres a prestarse una ayuda mutua. Es un sentimiento moral, gratuito y no exigible. La mayoría asambleísta comulga con esta falsa concepción y la reforma tributaria aprobada es un ejemplo de ello. La mal llamada “Ley de equidad tributaria” apunta a una supuesta economía de la solidaridad donde los individuos con más riqueza deben pagar más impuestos al Estado para que éste los redistribuya a los más necesitados. Desde el primer momento que se exige el pago de tributos se destruye el concepto de la solidaridad por completo y la gran falacia es la creencia absoluta de tomar a la riqueza de una sociedad como algo constante e invariable.
La economía de la solidaridad genera por sí misma más pobreza porque la sociedad en su conjunto se vuelve más pobre ya que ataca a los emprendedores, empresarios, seres creativos e impide que algún tipo de motivación, para ahorrar o acumular capital, florezca. Si un individuo ahorra más (tiene más riqueza) se le gravará inevitablemente un impuesto por haber sido responsable y eficiente en sus labores cotidianas. ¿Usted llamaría a esto justicia, solidaridad? Claro que no, lo llamaría estupidez económica.
Los socialistas han sufrido, sufren y seguirán sufriendo de esta estupidez porque no entienden los beneficios directos para los ciudadanos de tener una economía libre. Algunos efectos de la reforma tributaria se sentirán muy rápido, tales como: la disminución del consumo e inversión; y otros, empezarán a tomar fuerza paulatinamente como el desempleo e inflación. La clase media será golpeada inevitablemente y se aleja las posibilidades que algunos miembros de esta clase puedan ascender a la siguiente superior.
Si una sociedad quiere ser más pobre simplemente debemos seguir la formula de la pobreza: más Estado, más impuestos, más incertidumbre, más trabas comerciales, más gastos y endeudamiento. Para alcanzar la pobreza es muy fácil, pero para tomar el camino de la riqueza se requiere de más esfuerzo, se necesita una gran defensa de las libertades individuales que conlleven a la toma de políticas responsables atada a una gran disciplina fiscal. Un populista o demagogo no elige el segundo escenario ya que su carta de presentación y el manejo de su retórica requieren de cosas sencillas y palpables en el muy corto plazo para endulzar los oídos y romper los corazones de algunos ingenuos ciudadanos.

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