GACETA ECONÓMICA ECUADOR

El socialismo del siglo XXI pregona que el capitalismo promueve varios anti-valores que atentan contra la naturaleza moral del ser humano, siendo uno de éstos el consumismo. “Los fabricantes de miseria” manifiestan que el capitalismo es inmoral porque incita que los consumidores no adquieran productos importantes en el mercado sino que escogen los que tienen un valor insignificante. ¿Quién decide que bien o servicio es necesario o innecesario en el mercado?, ¿No somos los consumidores quienes le asignamos un valor a un producto al momento de adquirirlo o hay algún sabio o ente que conoce mejor nuestras valoraciones? Para algún individuo le puede resultar superfluo que algunas personas compren celulares y televisores con tecnología avanzada o que se gasten el 50% de sus salarios adquiriendo la ropa de moda y cambien su closet mensualmente en vez que ellos destinen su consumo hacia otro tipo de bienes que él los considera más importantes (leche, pan, pollo, carne, medicamentos, etc.) o que simplemente lo ahorren o donen. Los socialistas creen que los consumidores se vuelven irracionales pero se olvidan que todo depende de las distintas valoraciones subjetivas que le asigne cada individuo a un bien o servicio, por lo tanto, es totalmente arbitrario pensar que el consumidor no sabe qué consumir. Toda sociedad es consumista ya que si no existe consumo se muere. Aún, si una sociedad como la ecuatoriana sufre una terrible catástrofe, el consumo existiría en una proporción mucho menor con respecto a las otras variables del PIB, tal como aconteció en la crisis económica y financiera de 1999. Por lo tanto, el consumismo es algo inherente en toda sociedad. Alberto Benegas Lynch (h) menciona que”…no tiene sentido criticar al mercado por la estructura axiológica que pone de relieve la gente, del mismo modo que no tiene sentido criticar al martillo por la forma en que se clavan los clavos…” “…Criticar a la sociedad de consumo carece de sentido, ya que sería igual si se estuviera criticando a la sociedad que habla…” Ludwig von Mises* señaló que la economía es un aspecto o parte de una ciencia más general: la praxeología o ciencia de la acción humana. Estas acciones humanas producen intercambios de cualquier tipo entre todas las personas. Cuando realizamos intercambios libres con otras personas, entregamos bienes que valoramos en menos cantidad a cambio de bienes que valoramos en mayor cantidad (se pasa de un estado menos satisfactorio a uno más satisfactorio). Un ambiente competitivo conlleva a los empresarios a que pongan toda la información necesaria sobre el contenido de sus productos en las etiquetas de los mismos para que el consumidor esté consciente de que podrían resultarle perjudicial el consumo excesivo o el mal uso del mismo. Cualquier tipo de prohibición para la venta de algún producto (alcohol, cigarrillos, light) conlleva a que se cree un mercado negro o paralelo que no solamente fracasa en su intento de impedir la venta sino que aparecen mafias organizadas, tal como sucedió en Estados Unidos con Al Capone en 1920. Cada individuo es responsable si consume en exceso algún producto y le causa una reacción dañina en su organismo. La mayoría de los accidentes de tránsito ocurren por la negligencia o inobservancia de los conductores por haber ingerido alcohol en gran cantidad sin medir las consecuencias futuras de sus actos y por tal motivo no puede dictarse una ley que impida el consumo de alcohol. De igual forma, se podría aplicar el mismo razonamiento para el caso de las comidas rápidas o “chatarras”. Si los ciudadanos poseemos la sabiduría y somos competentes al momento de elegir nuestros gobernantes o decidir sobre asuntos de trascendental importancia debería aplicarse la misma normativa cuando un consumidor va a adquirir algún producto en el mercado.